La modesta, y cristiana familia compuesta por Cristóbal Melo, su esposa Pascuala Rodríguez y sus hijos Felipe y José, saltan, a la popularidad y la admiración de sus coterráneos en la esplendorosa mañana del 16 de agosto de 1711. Salieron Padre e hijos a escoger un tronco, lo necesariamente fuerte y noble para poder fabricar con él su necesitada canoa. Pronto distinguieron entre el verdor del bosque, un frondoso árbol que dominaba el paisaje.
El padre, atendido por sus hijos, comenzó a derrumbarlo, y hachazo tras hachazo, poco a poco fue cayendo el gigante, no sin antes llenar de luz y de celestial aroma el circundante bosque. Brotó de sus raíces milagrosa fuente, que como testigo perenne, se ha convertido en un manantial de salud y milagros. Al golpe de un nuevo y venturoso hachazo -oh maravilla-descubren en una de las astillas del árbol la imagen de María, la Inmaculada, juntas y puestas las manos sobre el pecho, con la acción del rostro como inclinado al cielo”.
Durante el reinado del Papa Urbano VIII, reconociendo la milagrosa aparición en el Monte de Torcoroma le concedió “Missa Vultum tuum, ut interfesta pro aliquibus iocis”. Años más tarde, el 18 de noviembre de 1963. el Papa Pablo VI proclamó por piadosa solicitud del entonces obispo de Ocaña, Monseñor Rafael Sarmiento Peralta, patrona de la Diócesis de Ocaña.
Por Juan Manuel Duque Carvajalino Tomado del libro: Historia y Geografía del Municipio de Ocaña Escrito Por: Mario Javier Pacheco