Raúl Pacheco Ceballos cita, en “Gobernadores y Jefes Departamentales”, un informe de la Secretaria de Asuntos Exteriores de la cual se concluyen dos fechas bien determinadas: la primera piedra de la Columna se colocó el siete de diciembre y el monumento fue inaugurado el 22 del mismo mes de diciembre de 1851, pues para esta última fecha, “la columna que ya está concluida, tiene diez varas de largo y sobre la cúpula flamea el pabellón Nacional, según participa el se flor gobernador en nota de 22 de diciembre”.
Como todo pueblo que posee tradiciones ancestrales, el ocañero ha tejido varios mitos alrededor de la Columna: se dice que en la base de ella hay tres urnas, una de vidrio, que contiene el texto de la ley y los nombres de los esclavos manumitidos, la cual se halla dentro de otra de madera y esta última dentro de una tercera de hierro; que la base de la columna se construyó con los ladrillos teñidos con la sangre de Miguel Carabaño, Salvador Chacón e Hipólito García, fusilados en la plazuela de San Francisco, por orden de Morillo, el 9 de abril de 1816; que el mismo Carabaño había predicho la erección de un monumento con las piedras que iban a recibir su sangre y la de sus compañeros; que hay personas en Ocaña, de la “sociedad”, que no permitirán el conocimiento público de los nombres de los esclavos que obtuvieron la libertad pues ello iría en desmedro de su prosapia, et sic de coeteris.